La primera jornada de liga siempre tiene algo especial. Es el día en el que las camisetas vuelven a sentirse nuevas, los nervios se mezclan con las ganas y, sobre todo, en el que los más pequeños descubren que cada paso en la pista cuenta. Nuestro equipo Prebenjamín de 2º de Primaria salió al campo con esa ilusión de los primeros partidos, y lo hizo dejando una imagen que invita a soñar con un año lleno de aprendizaje y diversión.

Desde el inicio, quedó claro que los jugadores querían compartir algo más que goles: querían compartir juego. Aunque el rival era un equipo un año más joven, demostraron valentía, buena colocación y mucha ilusión. Eso hizo que el partido fuera bonito de principio a fin. Pero nuestro equipo, sin dejar de respetar al rival y al deporte, supo mostrar una madurez sorprendente para su edad.

Los goles fueron llegando poco a poco, muy repartidos entre diferentes jugadores y momentos del encuentro, pero lo verdaderamente especial fue cómo llegaron: con pases sencillos, algunas paredes rápidas, desmarques espontáneos y una alegría contagiosa cada vez que alguien asistía o marcaba.

Bajo palos, Israel, estuvo rapidísimo, atento a cada tiro y a cada balón dividido. Y cuando salió de jugador de campo, sorprendió a todos con su talento, llegando incluso a celebrar un gol propio con una gran sonrisa.
En ataque, Mauro, Marcelo y Mateo pelearon cada balón como si fuera una final, generando ocasiones, presionando sin descanso y regalando pases que terminaban en jugadas preciosas.

Por las bandas, Ernesto, Dani, Tyler, Aitor y Gabriel pusieron su sello de velocidad y verticalidad. Avanzaron con el balón con mucha seguridad, filtraron pases que abrían defensas y también sumaron goles gracias a su valentía y decisión.

En la retaguardia, Enzo y Gael fueron un muro: atentos, contundentes y seguros en cada corte. Y junto a ellos, Marco aportó esa tranquilidad tan necesaria, sacando el balón con mucha clase y convirtiéndose en una brújula para comenzar cada jugada.

El resultado final dejó ver una amplia diferencia, pero lo que realmente destacó fue el espíritu del equipo: solidaridad cuando tocaba defender, ayuda mutua cuando se perdía la pelota y una participación plena de todos los jugadores. Cada jugador aportó algo único y se pudo ver reflejado el esfuerzo de los entrenamientos en una actuación llena de compañerismo.

Un primer paso precioso para una temporada que apenas comienza. Si siguen jugando con esta alegría, respeto y unión, lo que venga después —goles, victorias, empates o aprendizajes— será solo una consecuencia de algo mucho más importante: el amor por jugar juntos.

Muchas gracias a todos los participantes (Israel, Marco, Gabriel, Ernesto, Marcelo, Enzo, Dani, Aitor, Tyler, Matheo, Gael, Mauro y Mateo), al equipo rival, al árbitro y a los acompañantes por hacer posible tan magnífica tarde de fútbol.

Un saludo y esperamos veros en la próxima.