INTRODUCCIÓN

Nuestro trabajo nace ante la necesidad de cambiar la visión del fútbol e intentar convertir este juego en una herramienta para educar. Desde hace más de 15 años hemos visto como el fútbol es maltratado en su mayoría por personas que lo componen, ante la falta de educadores/formadores al frente de los equipos. Ante esta realidad, nos vemos en la necesidad de cambiar esta perspectiva, no sólo para los jugadores y jugadoras, sino
también para familias y colectivos que nos rodean.

En este proyecto vamos a dar una visión directa de lo que para nosotros/as es el fútbol, como una valiosa herramienta en la transmisión de valores y desarrollo psicomotriz del alumnado.

Demandamos un fútbol donde la igualdad de oportunidades sea una pieza básica. No creemos en la separación, ni el rechazo como base para formar equipos. Pensamos en el fútbol como parte de la escuela, producto de relaciones que se forjan entre los grupos de amigos/as.

Tenemos en cuenta que las aptitudes de los niños/as no son las mismas, ni su desarrollo similar, ya que depende de diferentes factores. Por ello apostamos por la progresión más allá del resultado, junto a un proceso de enseñanza y aprendizaje bidireccional.

Dentro de este proyecto vamos a desarrollar algunas de las ideas que se han expuesto, explicando nuestra perspectiva. Nuestra visión de la enseñanza entiende al niño/a como el objeto principal y más importante en el proceso educativo, por ello, siempre tomaremos las decisiones pensando en lo mejor para ellos/as. Dedicaremos nuestro mayor esfuerzo a conseguir un desarrollo feliz, no sólo como futbolistas sino lo que es más importante, como personas.

PRINCIPIOS EDUCATIVOS

Nuestro club trabaja a través del futbol los siguientes principios educativos con el objetivo de formar grandes deportistas y mejores personas:

Lo más importante no es ganar

Hemos escuchado decir esto a familias, entrenadores/as, jugadores/as, etc. Pero, ¿realmente se transmiten estos valores a nuestro equipo? Desgraciadamente lo que queda muy bonito en el papel, rara vez se traduce en la realidad. Llevamos años viendo como entrenadores y familias se enfadan cuando se pierde, sin pensar más allá del resultado.

En muchos partidos, cada fin de semana, vemos como entrenadores hacen lo imposible por ganar partidos. Tanto es así que no les importa que un niño/a se quede sin jugar o que juegue muy poco, gritarles o increpar al árbitro. Sin duda, es difícil que estas personas transmitan valores.

Nosotros/as tenemos claro cuál es el lugar de la victoria en esta etapa educativa y en ningún caso puede anteponerse a otros valores muchísimos más importantes.

Igualdad de oportunidades

Normalmente escuchamos comentarios tales como “este es el mejor”, “este es el peor”, “este es el gordito” o “este es malísimo”. Estos comentarios sólo inciden negativamente en la cohesión grupal.

Pero la realidad es diferente, en edad escolar, el “mejor” puede pasar a ser el “peor” al año siguiente y viceversa. En esta etapa de desarrollo nos tenemos que fijar en la progresión del alumnado más allá del resultado.

Si dejamos a un niño/a en el banquillo cada día, lo más probable es que el próximo año no esté en el equipo, con ello habremos conseguido que a ese niño/a le deje de gustar el fútbol. Nuestro objetivo es que a todos los niños/as les guste el fútbol y puedan disfrutar con él. En el caso de que negásemos la oportunidad de participar a estos niños/as, les estaríamos negando su derecho a jugar. Por ello, cada fin de semana deben jugar un tiempo similar, donde nadie se vea excluido o apartado por no ser tan “bueno”.

Aprender a perder

Vivimos en una sociedad muy competitiva donde nos van enseñando desde pequeños que debemos ganar y que sólo vale la victoria. Uno de los objetivos más importantes que nos marcamos es aprender a perder, razón sin la cual nunca aprenderemos a disfrutar de las victorias.

Aprender a perder es controlar tu frustración y saber que de la derrota también se debe aprender. En los malos momentos es donde se demuestra la calidad de los equipos y las personas que lo componen deben sacar lo mejor de ellos/as.

Formación del profesorado

Algunas de las críticas anteriores tienen su origen en problemas como la falta de formación. En estos años, hemos visto a personas que sin tener ningún tipo de formación forman parte de la educación de sus hijos/as. Nosotros/as nos negamos a que una persona no cualificada pueda trabajar con sus hijos/as.

En la mayoría de las ocasiones si tuviéramos personas formadas para dirigir nuestros equipos, seguro que tendríamos un fútbol muy diferente al actual. Necesitamos personas que tengan la suficiente preparación para mediar en los diferentes problemas, inquietudes o conflictos que pueda tener el equipo, siendo conscientes de que somos responsables de su educación y que nuestro papel es fundamental en su desarrollo como personas.

Expectativas

Las expectativas del educador/formador suponen uno de los factores más poderosos en el rendimiento del alumno/a. Por ello, siempre esperaremos los mejores resultados en la progresión de nuestro equipo o alumnado.

El “efecto Pygmalión” en la escuela es uno de los datos más uniformemente confirmados en la psicología actual, por lo que una relación cordial entre monitor/a y alumno/a, así como una fe auténtica por parte del profesor/a en la posibilidad de superación del alumno/a, es difícil que, al menos a largo plazo, no favorezcan los resultados positivos.

Respeto

Necesitamos que esta palabra sea la base de nuestra unión. Es fundamental que las familias respeten el trabajo del entrenador – educador, ya que él o ella es la persona encargada de formar/educar al equipo. Es de vital importancia que el niño/a no tenga muchas instrucciones de las familias y menos durante el partido, ya que esto podría interferir con las indicaciones del entrenador/a.

También debemos respetar al árbitro, sin el cual no sería posible el deporte competitivo tal y como lo conocemos. Debemos recordar que la actitud de la familia será un ejemplo constante para su hijo/a y por ello debemos tener el mayor respeto a todos los componentes que están alrededor del equipo (compañeros/as, entrenador/a, equipo contrario, entrenador rival, etc).

Que todos los niños/as de nuestro equipo se sientan siempre orgullosos del comportamiento de sus familias.

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