No siempre los partidos se juegan solo con el balón. A veces, también se juegan con la cabeza, con el corazón y con la capacidad de mantener la calma cuando las emociones se agitan. Esta jornada nos presentaba precisamente ese tipo de reto.
Después de haber sido aplazado en dos ocasiones por la lluvia, por fin nos enfrentábamos a ese partido tan esperado. Esta vez, el escenario cambiaba: pabellón cubierto, pista amplia y ambiente intenso. Todo un reto para nuestro equipo, que no está acostumbrado a este tipo de espacios. Pero si algo caracteriza a los cracs del Maestro Padilla es su capacidad de adaptación y sus ganas de competir, siempre con humildad y compromiso.
Desde el pitido inicial, el equipo salió con una actitud ejemplar. Se notaba la concentración, la ilusión y las ganas de hacerlo bien. Movíamos el balón con fluidez, encontrábamos espacios y mostrábamos apoyos continuos. Asier, con su olfato y decisión, fue el encargado de abrir la lata con una gran jugada colectiva. A partir de ahí, la confianza creció y conseguimos ampliar la ventaja hasta colocarnos con tres goles de diferencia. Pero el fútbol, como la vida, tiene sus giros inesperados.
Una jugada confusa en la que el árbitro señaló una falta en contra, cuando todo apuntaba a un bote neutral, dio pie al primer gol del rival. El final de la primera parte nos dejó una mezcla de rabia e incredulidad, y tras el descanso, esa emoción mal gestionada nos jugó una mala pasada.
El rival lo supo aprovechar. Subieron la intensidad, y ante nuestros nervios y errores puntuales, consiguieron igualar el marcador. El partido se convirtió en una batalla emocional. Por momentos, parecía que todo se nos escapaba. El público apretaba, las dudas crecían, y tocaba apelar al carácter.
Y así fue. El equipo se reencontró. Nos volvimos a juntar, a confiar los unos en los otros, a defender con alma y atacar con cabeza. Y en ese tramo final, donde cada balón parecía decidir el destino del encuentro, encontramos el premio merecido: el gol de la victoria. Un gol que fue mucho más que un tanto: fue el reflejo de un grupo que no se rinde, que lucha, que aprende y que crece cada jornada.
Enhorabuena equipo. No solo por ganar, sino por demostrar que sabéis levantaros cuando las cosas se tuercen. Seguimos adelante, más fuertes y unidos. ¡Grande Padilla!
Muchas gracias a todos los participantes (Gabriel, Ana, Nico, Yansel, Leonor, Asier, Jorge Del Castillo, Jorge Sanjuan, Lucía, Raquel, Raúl y Alejandro), al equipo rival, al árbitro y a los acompañantes por hacer posible tan magnífica mañana de fútbol.
Un saludo y esperamos veros en la próxima.